EL VOLUNTARIADO

Me quedé observando del otro lado de mi ventana que da a la suya,  _es mi vecina, siempre tan entretenida y muy ocupada, a veces canturrea canciones típicas de su país muy alegremente, además tiene un buen carácter.  Procede  de aquellas tierras que está al otro lado del mar atlántico.  Tierra muy rica, extensa y muy fecunda.  De clima variado, cálido y húmedo.  Es de un cielo muy azul  estrellado que por las noches,  cuando la luna está llena, pareciera que fuera de día.  La gente se le ve más alegre y conversadora.  Los niños y los jóvenes en la calle, casi siempre jugando a la pelota, como suelen decir las madres, _entren a casa que ya es hora de cenar.
  
 Clarisa,  es una joven,  de cabello moreno, de ojos grandes color negro aceituna,  estudiante de ciencias.  Es alegre, inteligente,  dinámica, a la vez  pacífica, entregada a las causas nobles.   En su alforja lleva dos termos,  uno de leche caliente y  otro de café recién echo.  Desde su cocina  llega a  la ventana de mi habitación, ese  aroma tan  intenso y agradable,  que llega como ráfaga de aire caliente oliendo a café en toda la habitación.  Tanto así, que de pronto me apetece saborear un café,  tan delicioso como lo prepara ella..
      Luego,  la veo muy centrada, que  va chequeando el  otro bolso,  repleto de bollos, chocolatinas, galletas de las tres marías, etc.  La joven  sale de su casa muy cargada,  va a tope.  La responsabilidad y el  entusiasmo la mantienen muy despierta,  sabe que le espera mucha faena, ella  actúa por noble convicción y eso le da valor para madrugar.  Es tan joven,  que siente la vida y el trabajo con el empuje del  buen corazón.  
      Al subir al tren,  va pensando si está todo en orden y completo  lo que lleva en su alforja, no se da cuenta que el vagón va lleno y siente por todos lados que la apretujan llevando tantas cosas. Pero,  sonríe y dice para sí,  _todo está bien,  todo está en orden.  Luego,  se reúne  en el punto de encuentro con los de su grupo,  van como uniformados,  pues coinciden en la fecha, con una actividad muy  especial.,  es el Día Solidario de las Empresas.  Aquellos que se encargan de colaborar y abastecer con los alimentos para el reparto, durante todo el curso anual.  Esto es en el centro de Madrid y en toda España.  
       Llegado el momento se junta todo el grupo, en unos minutos se reoganizan y luego se indican  los puntos a recorrer,  ya saben que las caminatas son largas, se requiere paciencia y energía.  A veces es muy duro sobrellevarlo  por el clima. Además,  cuentan con la preparación, asesoramiento y disciplina. para el trabajo a realizar. Clarisa y sus compañeros  Henry y Saúl,  inician el recorrido.  Por  el camino, ya se puede ver que  esperan ansiosos,  aquellos humildes, valientes hombres o mujeres, sentados en el suelo o en una banca.  Son los llamados  pocos  favorecidos, que están postrados en situación de abandono, mendicidad. Son aquellos que han  renunciado  a la vida normal,  a saber porqué….  Son seres humanos que por una u otra razón se han deslizado por otro sendero, o son como riachuelos,  que se van secando por el camino de la vida sin esperanza alguna de rehabilitación.  A veces tortuosa, desgraciada, miserable, como si  arrastraran alguna cadena pesada por el cuello, turbandole la razón, opacando y ausentando  los pensamientos positivos,  hasta oprimir el corazón.  Muchas veces  acurrucándose como un niño cuando dentro de la madre se aferra a la vida con la única esperanza de ser  amado, de ser querido, de ser aceptado.  Así  tantas  veces cuando  por la calle hay un mendigo en los inviernos tan duros, e implacables,  envueltos  en cartones, mantas o plásticos, acurrucados esta vez, abrazados a la… supervivencia,  con apatía o desesperación, como única esperanza,  extienden sus manos a  la madre llamada humanidad.   Son seres humanos, tienen un corazón que a pesar de la inclemencia que les ha tocado vivir, desprenden un halo de nobleza, humildad, agradecimientos, simpatía.                                                                                                     Clarisa y sus compañeros  desarrollan una labor humanitaria de voluntariado y también de una comunicación incansable con ellos,  tienen muchas cosas que contar.  Increíblemente  muchas experiencias insólitas,  expuestos a tantos peligros e injusticias, tanto de día como de noche.  

   No solo es un reparto de vaso de leche y café, galletas, etc., es algo más.  La labor que desempeñan  estos  jóvenes voluntarios,  es encomiable.   Ellos son los encargados  de aportarles  un soplo de vida, alegría, energía,  vitalidad,  esperanza.  Muy a menudo  se les ve arroparlos con el corazón.

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