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Mi  hermano.

No puedo contener la pena en mi alma dolida…
Como pajarillo herido yace en el suelo sin redención alguna.
No puedo contener  la pena estrujando mis ojos por no llorar.
No puedo flanquear a  mi ser y decirle nada pasa, nada pasa.
Tengo un corazón doliente, que del dolor brota como fuego latente
un intenso malestar como daga clavada en la piel hiriendo sin
 ninguna contemplación.

Es más fácil escribirlo por no llorarlo… eres tú…eres tú
mi hermano,  en cada uno de ellos… mi madre añorada,
tu dolor… es mi dolor, pues llevamos la misma sangre
como torrente librando en una misma fuente… la luz.,
es madre que  nos une por un hilo invisible… es divino
lo es.   Ella nos arrulla  en nuestro sueño,  es su presencia,
bajo la almohada blanca de una esperanza lejana y cercana.

Me parece tocar tus manos hermano… para curar tus
heridas del alma y del cuerpo. Hoy estás bajo la sombra del
dolor y yo desde muy lejos me convierto en águila para llegar a  ti
como rayo que traspasa con certeza… una oración por ti.
Madre nos platicó así… en el verano más cálido, en el invierno
más cruento… en nuestras caídas… es así.

Le pido a Dios con el alma y la razón… una bendición.
Una calma, una caricia, una liberación del dolor.
Existe la única posibilidad,  pues Dios es amor…lo es.
En mi oración alejo de mí todo temor… es la claridad.
Con la convicción que toda curación es echa con amor
pues en nuestro centro… reina Dios,  nada más que Dios.

¡ Cuando mañana salga el sol, aún siendo invierno…estarás tú
jubiloso como antes, fuerte, sonriente,  celebrando, gratificando.
Que no hay nada mejor que la recreación dando gracias a Dios.
Un tiempo, una mejora para el cuerpo y el corazón… lo se…lo se
madre nos enseñó que Dios es amor…es amor.¡ 

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