Un gatito en apuros
Era un alivio saber que los niños estaban quietos y tranquilos mirando la tele en el salón. Era una peli de dibujos animados, de gatitos y perritos que hablaban. Junté la puerta de mi habitación muy despacio, cogí el libro que había dejado inconcluso la noche anterior, sobre la mesita marrón junto a mi cama. Llevaba conmigo una taza de café ¡Que bien me sabía!...hum , delicioso, en ese momento sentada en una silla cómoda al pie de la ventana, a la luz del día, me entregué a mi lectura. Sentí una fabulosa sensación de bienestar, y puse en reposo mis pies sobre un taburete. Mis pensamientos se movían ágiles como olas de mar en calma, me sentía atraída por la historia que estaba leyendo, mientras los niños seguían viendo la tele en el salón, parecía todo tranquilo y había un silencio alrededor de ellos, que pocas veces se podía sentir cuando estaban de vacaciones. De pronto, estando en mi habitación en dirección de la ventana al exterior de la calle, se alcanzaba oír algo que interrumpió mi lectura, ¿Qué es eso? Musité sorprendida, era un maullido agudo y sonoro, como un lamento, parecía la de un gato y que al parecer era muy pequeño. Inmediatamente, todo en casa se interrumpió, los niños también lo oyeron, Melisa la más pequeña, vino corriendo asustada a mi habitación, mirándome a los ojos, muy agitada exclamó: _ ¡Mami, un gatito está gritando! Dónde está?_ ¡No lo sé hija! Respondió la madre sobresaltada, _déjame ver, yo creo que viene de la calle, debe ser en frente del colegio, será que alguien lo ha dejado afuera? seguía diciendo la madre a su niña para calmarla. Los otros niños, Manuel y Cesar, inquietados, también se preguntaron por la procedencia de aquellos maullidos, Decían, _Es un gato, luego decían no, ¡es un gatito así de chiquito!, como compitiendo entre ellos quien tenía razón, pero luego dejaron la discusión al llamado de atención de Teresa, que así se llamaba la madre, se calmaron y continuaron viendo la tele y sus dibujitos. Al cabo de un momento cesaron los ruidos, la tarde continuaba tranquila como siempre. Al día siguiente se repitió el mismo incidente y así por tres días seguidos, era increíble lo que pasaba cerca de la finca, al parecer nadie más se percataba de lo sucedido. Por la noche al repetirse de nuevo el incidente, cerca de casa, los niños seguían inquietos y alborotados, _Mama que pasa con el gatito?, porque su dueño tarda en recogerlo? decía Manuel , el mayor y que tenía diez años, al igual la niña con siete, la más pequeña de los tres, que con dulzura y tristeza decía _¡El gatito no tiene a su mamita cerca, por eso llora tanto! le decía a su hermano Manuel, quien seguía mirando por la ventana que daba al exterior y pensando cómo era el gatito, y qué color tendría. Y César que tenía una sensibilidad increíble y una gran imaginación, con solo ocho años decía que el gatito hablaba. Continuará..

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