Os invito a leer mi pequeña creación:
La Niña Extraviada
Era muy pequeña cuando me extravié, por aquel caminito de siempre que me pareció conocer, al no poder regresar a casa, me quedé sentada, casi al borde del suelo, de aquella vereda áspera y polvorienta. Y allí mismo, esperé por largas horas deseando que mi hermana Lita por fin me hallara. En ese momento no sentía frio, ni calor. Y mi frente estaba sudorosa, más por el miedo que cualquier otra cosa, o un catarro de tos, que además oprimía mi pecho. Si, era muy pequeña, yo iba detrás de mi hermana grande, siguiendo sus pasos apuraditos y ella no se dio cuenta, y pensé que podía alcanzarla como un pajarillo, que lo podía todo, con sus alas y con un pensamiento inquieto a la par, volaron tan altos, que cerca de las nubes me quedé atrapada sin remedio. De pronto un sentimiento de orfandad congeló mi sangre, y mi corazón se quedó paralizado, al mismo tiempo, invadió como tormenta, una angustia que apretujaba mi pecho, cada vez con más fuerza, delirio y llanto , que se hacía cada vez más largo e interminable. Hasta, el vestido rojo que llevaba puesto estaba sudoroso y húmedo de tanto llorar. Estaba en medio de la nada, estaba irremediablemente perdida. Todo sucedió, muy temprano por la mañana, más parecía que estaba nublado, entonces ya no saldría el sol, que pasaría si nadie me echaba en cuenta, ¿acaso se olvidarían de mí? La impaciencia me abordaba en todo momento, miraba en todas las direcciones, por ver si mi hermana volvía a buscarme. Pero nada sucedía. Alguna gente pasaba por ahí, y me miraban sorprendidos y haciéndome guiños con los ojos, me animaban. Unos decían, la policía buscará su domicilio y hallarán a sus padres, hablaban entre ellos, pero nada más. De pronto, ciertamente apareció la policía y me preguntó y no supe responder, solo lloraba. Me subieron en el coche policial y me llevaron a la comisaría de la calle 28 de julio. Seguía compungida del llanto y los suspiros no cesaban, brincaban mi pecho cada dos por tres, y los policías no sabían que hacer para calmarme. Uno de ellos me trajo dos naranjas, el otro me regaló tres monedas, el siguiente me hacía chistes, pero nada podía calmar mi angustia. Yo solo quería volver a mi casa, ver a mi hermana Lita, porque de seguro que mi madre estaría muy enojada conmigo. Y me quedé allí, esperando en la comisaría, sentadita acurrucada y sujetándome como podía, en una banca larga, de esas duras y antiguas, de color crema. Miraba de reojo a todos lados muy asustada, llegaba gente, se iba gente.... hablaban mucho y fuerte, todo era muy rápido en ese lugar. Luego por la tarde volvieron a preguntarme uno de ellos, _¿cómo se llama tu madre? Y tu padre? O tú hermana? _Mi hermana se llama Lita y es grande respondí, _Vale dijo el oficial, vamos a avisar por la radio del distrito, a toda las dependencias de la ciudad de Lima. Ya veras, mi pequeña andarina, que pronto daremos con tu familia. La ansiedad traslucía mis ojos tristes y enrojecidos, pero mi pecho seguía suspirando, aunque un poco más calmado. Ya caía la tarde y por la ventana afuera, se veía en la calle, mucha gente pasar por allí. Y eso hacía que despertara, la inquietud y el miedo en mis venas otra vez. Eran como las 8 de la noche, cuando de pronto uno de ellos se puso en mi delante y me dijo:_ Mi pequeña andarina ya te vienen a recoger y es tu hermana Lita que viene por tí. Cuando vi entrar a mi hermana por aquella puerta grande, me levanté inmediatamente, y corrí hacia ella, entonces, sentí que mi corazón se salía de mi pecho y el llanto me invadió otra vez, le abrace con mucha fuerza y desesperación, como tratando de fundir mi alma con ella para no volverme a extraviar. Mi hermana acarició mis cabellos revueltos y con una palabra dulce, me tranquilizó. _Cariño, en casa todos estamos muy preocupados por tí, por favor no vuelvas a darnos otro susto así. Ese encuentro era de una inmensa alegría, era sosiego, había encontrado mi familia, mi hogar, solo faltaba saber cómo me recibiría mi madre, estaría enojada conmigo? Me habría echado de menos? Que pasaría conmigo, me castigarían por mi falta? Al llegar a casa me solté de las manos, muy asustada corrí directo a mi habitación. Escuche que mi madre lloraba, todos en casa lloraban y yo no comprendía, yo solo deseaba que me abrazaran, y esa noche me dormí profundamente hasta el otro día. Tanta emoción y tensión en un solo día, fue como un torbellino que me dejó totalmente nocaut, muy agotada.

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